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Una de las casetas de los ceramistas de la feria. / ÁLEX PIÑA
La plaza de Álvarez Acebal se convirtió ayer en la sala de exposiciones para las obras de los dieciséis ceramistas que inauguraban, a las once de la mañana, la XLII edición de la Feria de Cerámica. Procedentes de varios puntos de Asturias, pero también de otras zonas del país, como Valencia, Cantabria o incluso de Portugal, todos los participantes llenaron el lugar de piezas decorativas pero, sobretodo, de útiles cotidianos y bisutería.
Hasta el domingo celebran la posibilidad de dar a conocer sus piezas en un lugar como es el casco antiguo avilesino. Eloísa Blanco asegura que es «uno de los pocos lugares del país donde se valora el producto y el trabajo del ceramista con una feria exclusiva para ello». El arte de la cerámica aporta la posibilidad de expresar lo que siente el ceramista, pero también es interesante saber que «cuando metes una pieza en el horno, nunca sabes exactamente qué va a salir»
La experimentación con los materiales como la porcelana y el barro son para Eloísa las claves de su trabajo. En eso coincide con Maider López, vasca afincada en Asturias que utiliza cerámica de El Cuto. Asegura la ceramista que «es importante valorar lo que esconde la bucólica de este material». Las horas de trabajo incesante, la creatividad y el mimo son los pilares que hacen única cada creación, algo que «el público de Avilés sabe apreciar».
Adela Álvarez ya era buena conocedora de la sensibilidad de los naturales de la villa. Consolidada participante en la feria, recuerda haberse adentrado en este mundo cuando descubrió los cursos de la Escuela de Cerámica de Avilés «hace ya unos treinta años», de la misma manera que la veterana Charo Cimas que apuesta por «volver a utilizar la cerámica y dejar de lado el plástico».
Mónica Ibáñez también fue uno de los descubrimientos que procuró la Escuela de Cerámica, gracias a la que trabaja en reconducir su vida hacia lo que verdaderamente la hace feliz: «Me dedico especialmente al trabajo con loza modelado con tubos y esta feria es la oportunidad de proporcionar una plataforma de venta y visibilidad a ese trabajo». Tras 52 ediciones, la feria de la cerámica continúa apostando por apreciar la artesanía y el potencial de la localidad. Los asistentes, dispuestos a invertir en piezas únicas, confirman que se trata de un evento que «arropa el trabajo hecho con mimo» dice Toño Zamarillo, que acude con su hija.Algo con lo que dicen estar de acuerdo Miriam Alías y su marido, mientras adquieren una pieza de Carmen Soberado, que decidió sumarse a «una de las ferias más conocidas del país dentro de las asociaciones y grupos de ceramistas». Durante la inauguración, se celebró también el fallo del XXXIV Premio Villa de Avilés, cuya galardonada fue Cecile Brillet con 'Babel', que incorpora en la cerámica un trabajo personal de litografía.