El catalizador o convertidor catalítico es un elemento del sistema de escape que permite reducir las emisiones contaminantes, siempre hasta cierto punto. Es de obligatoria instalación en España desde octubre de 1993 para todos los vehículos a gasolina, así como para los Diesel desde 1997.
Situado entre el colector de escape y el conjunto silenciador, su tarea es eliminar parcialmente los gases más nocivos generados por la combustión del carburante como el monóxido de carbono –CO– o los hidrocarburos sin quemar, entre otros. Ello lo consigue mediante reacciones químicas ayudadas por la alta temperatura de los gases en ese punto, aunque como bien sabemos, no elimina al 100% las emisiones nocivas.
Pero para generar esas mencionadas reacciones necesita de ciertos elementos reactivos, y es en este punto donde el asunto se torna interesante para los amigos de lo ajeno. Los catalizadores, por norma, suelen contar en su interior con una estructura en panal fabricada de cerámica e impregnada de materiales como paladio, platino y rodio. Unos materiales que, a diferencia de lo que a priori pueda parecer, están estrechamente ligados al automóvil ya que el 80% del rodio y paladio extraídos son utilizados en la industria de los catalizadores, así como el 40% en el caso del platino
Estos materiales preciosos valen una pequeña fortuna incluso en las pequeñas cantidades que se encuentran en el interior de nuestros coches. Para hacernos una idea, estamos hablando de que el paladio tiene un valor actual de unos 68 euros por gramo –casi 15 euros más que el oro puro–, por unos 30 euros para del platino.
Si tenemos en cuenta, siempre según el tamaño del vehículo, que en cada catalizador se encuentran de dos a siete gramos de paladio y de tres a siete gramos de platino, solo hay que echar las cuentas para ver que con el mínimo de material puede extraerse un valor de casi 225 euros.
También es por ello que la sustracción de catalizadores no sea cosa de ladrones individuales, sino objetivo de bandas organizadas que se movilizan para actuar sobre coches de cierta marca y modelo –como el repunte en Galicia durante el verano pasado con los Seat Arosa y Volkswagen Polo– o directamente sobre vehículos industriales o comerciales, cuyos convertidores son de un tamaño superior.
Por suerte, los modelos más nuevos guardan con más mimo este elemento y lo colocan prácticamente a la salida del colector, prácticamente pegados al motor, lo que hace su acceso más difícil a una persona no autorizada.
Si uno se encuentra en la lamentable situación de haber sido robado, ha de saber que los seguros no suelen cubrir este elemento. Tan solo en caso de estar asegurado a todo riesgo, es posible que tu compañía te abone el 80% del recambio y la mano de obra, pero no más. En cuanto al funcionamiento, el coche no sufrirá ninguna avería en caso de ausencia de catalizador, pero será imperioso hacerse con un recambio –se venden desde 200 a 400 euros–.
Como información adicional, destacar que una vez terminado el ciclo de vida útil de un catalizador –en torno a los 10 años–, éstos se envían para su reciclaje, un proceso bastante complejo y del cual tan solo un puñado de empresas están autorizadas a realizar, lo que también demuestra la restricción y el control que se desea tener sobre la esta industria en particular.
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